HISTORIA DE LOS PICK UPS
"PICOS"
¿Y por qué se llaman “picós”?Es difícil determinar en qué momento y por qué razón estos equipos de sonido reciben el mote de “pick ups” o como popularmente se les dice, “picós”. Sin embargo, contrario a lo que muchos creen (que el nombre viene de las camionetas de platón se movilizan), la mayoría de expertos coinciden en que el término viene de las primeras radiolas que llegaron a Barranquilla, la mayoría marca Victor. Estas contaban con un tocadiscos cuyas agujas (también llamadas “púas”) traían una contramarca que decía “pick up”.
LA ERA DE LOS ESCAPARATES
Fueron los protagonistas de la primera era del picó. Llegaron hasta finales de los años 80. Contaban con bafles tipo “escaparates”, arriba de los cuales se ubicaba un bafle especial (llamado “regadera”) para colocar los brillos, donde además se solía escribir el nombre del picó. Adicionalmente, contaba con unos bafles pequeños (llamados “columnas”) para distribuir el sonido. La música se reproducía a través de uno o dos tocadiscos puestos sobre una base de madera (llamada “tornamesa”). Los más pequeños alcanzaban los 200 vatios de sonido, mientras que los más grandes llegaban hasta 2700.
LA ERA DE LOS FRACCIONADOS
Pertenecen a la década del 90. Es la entrada a la era moderna, cuando la tecnología análoga se comenzó a mezclar con la digital. Se les llama “fraccionados” porque los 18 o 24 parlantes que tenían en promedio los escaparates se dividieron en bafles de 2, 4 y hasta 6 parlantes como máximo. De esta forma se colocaban bafles en todos los rincones de un baile. Es el momento en que los picós empiezan a utilizar luces de miniteca para llamar la atención, por lo que se comenzaron a llamar también “Súper Estéreo Láser”. Los más básicos contaban con uno o dos tocadiscos, una casetera y un mini disc, mientras que los más avanzados, además, ya contaban con reproductores de CD. Los más pequeños alcanzaban los 600 vatios de sonido, mientras que los más grandes llegaban hasta 5000.
LA ERA DE LOS TIPO CONCIERTO
Todos los picós de hoy pertenecen a esta, una categoría llamada “tipo concierto” porque utiliza tarimas para destacar a los miembros del equipo. Y es que, usualmente, cada picó de la actualidad cuenta con una “nómina” básica compuesta por cuatro personajes: un DJ, un animador, un pianista-baterista (hablamos de teclados y pianos portátiles, digitales) y un DJ Light, quien es el encargado de las luces. Al igual que en el fútbol, estos equipos sonoros cuentan con sus “jugadores”, su “técnico” y con hinchas o fanáticos que los siguen a donde vayan. Los más pequeños o junior alcanzaban los 20,000 vatios de sonido, mientras que los más grandes llegan hasta 50,000 vatios. Cuentan con computadores, cajas de ritmos y efectos, y unidades de CD Denon 4500.
PICOS EN LA COSTA CARIBE
Hacen parte de una tradición musical de más de 60 años en el Caribe. Tienen bafles gigantes que truenan con altos decibeles y, literalmente, hacen vibrar el suelo de barrios enteros: son los picós, esas máquinas de sonido típicas de la Costa Norte.
Además de la música, están siempre llenos de pintura, grafitis y mucha dedicación al elaborarlos, y han sido creados por familias de la Costa y administrados por diferentes miembros de estas, generación tras generación.
Sobre esta tradición se hizo el documental Picó: La máquina musical del Caribe, que llegó a Bogotá acompañado de una muestra de cómo se viven las verbenas y las ‘batallas picoteras’ en la Costa norte colombiana.
Estos desafíos se organizan para saber cuál es el mejor picó y hacerse merecedor del premio que esté en concurso. “Se evalúan tres factores: la música, la potencia y la calidad del sonido”, explica Ítalo Gallo, quien desde 1982 está a cargo de ‘El coreano’, uno de los picós con mayor tradición en Barranquilla.
‘El coreano’ debe su nombre a que su creador, Concepción Hernández, tío político de Gallo, estuvo en la guerra de Corea.
“En Barranquilla no marginamos ningún género musical, pero en nuestros picós suena sobre todo música africana y salsa, mientras que en Cartagena se inclinan más por la champeta, que nosotros ya no ponemos casi, porque desafortunadamente le están buscando un ritmo reguetonero, o urbano, como lo llaman ahora”, asegura Gallo.
Su hijo, también llamado Ítalo Gallo, es uno de los dos DJ que integran el grupo de aproximadamente 15 personas que están a cargo del transporte, sonido e instalación de este picó. Además será quien herede la administración del monstruo musical.
Revista Diners de febrero de 1983. Edición Número 155
Unos tocadiscos que tienen parlantes del tamaño de un escaparate, que retumban con tanta potencia que hasta han derribado casas sobre las cuales se ha desarrollado una pintura ingenua representativa del mundo de la “salsa”.
La leyenda dice que han derribado varias casas, que han cuarteado las paredes de decenas de edificaciones y que han dejado sorda a media humanidad en “Curramba”, esa otra enorme ciudad de carnaval y parranda que bulle entre los habitantes de las colinas arenosas de Barranquilla.
Se trata de aparatos tan grandes como una cómoda colonial. Los barranquilleros los llaman “picós”, que es su elemental transcripción fonética de la palabra inglesa “pick-up”, la cual, hace muchos años, servía para designar los primeros tocadiscos y equipos de sonido que llegaban al país. Y, sencillamente, no son más que eso: una máquina para hacer sonar discos.
Aunque sería mejor decir, para hacer tronar discos. El parlante mayor es la parte más representativa de cada “picó” y alcanza dimensiones descomunales. La potencia de emisión del sonido de este altavoz, a la que se le suma la de los demás parlantes, ha hecho efectiva la leyenda. Es una realidad el que varios “picós” han echado abajo los muros de los salones en donde se les ha puesto a funcionar. Por eso, y muchas veces porque no caben por ninguna puerta, los “picós” se instalan a la entrada de las casas, sobre los andenes. Desde allí retumban los sones afrocaribes, para alegría o desesperación de todo el vecindario.
Además de los parlantes o “columnas de sonido”, los “picós” constan de una mesa con dos tocadiscos y de un inmenso baúl en el que se almacenan los discos. En éstos se incluyen, al gusto de los propietarios y de la clientela, exhaustivas colecciones de música de baile, preferencialmente de la música de baile del Caribe y de la llamada “salsa” que se incubó entre las colonias latinas de Nueva York.
Se calcula que en Barranquilla hay decenas de “picós”. Allí se inventaron y fue allí, además, en donde se generalizó la costumbre de bautizar los con un nombre .Y de pintar los frentes de sus parlantes. Aunque se dice que el “picó” llamado “El perro”, de Cartagena, fue el primero en ser pintado. Algunos sostienen que el más antiguo es el “1.310” . Y que el más grande y más famoso es “El gran Pijuán”. Este último está avaluado en un millón 300 mil pesos, está equipado con 18 parlantes de 18 pulgadas cada uno, además de las columnas grandes de sonido. Posee una colección de 2 mil discos y su alquiler cuesta 1.500 pesos la hora. Su propietario actual, Luis Eljaie, quien está dibujado sobre las telas del parlante principal, dice que la máquina fue diseñada y construida por el técnico Jaime de Castro, un barranquillero que ha ensamblado la mayoría de los “picós”. La pintura de “El gran Pijuán” es obra de Herson Costa. Otro famoso pintor de “picós” es un artista que se cobija bajo el seudónimo de Bellist Mash.
En general, casi todos los “picós” están localizados en un barrio de Barranquilla. El “Sivanicú” está en La Unión, “El gran Pijuán” en el Alboraya, el “1.310” en Las Nieves, “El nuevo Watusi” en La Victoria.
Luis Eljaie, el orgulloso dueño de “El gran Pijuán”, sin camisa, tomando cerveza a pico de botella mientras su flamante aparato retumba sobre el andén de su casa, confiesa que quizás el más viejo “picotero” de Barranquilla es Donaldo García. “Pero él ya es apenas un recuerdo, pues ahora no tiene “picó”, dice, mientras bajo el fulgor solar del trópico relumbran sus cadenas y amuletos de oro. Hace algunos años un par de chinos dejaron boquiabiertos a los barranquilleros cuando construyeron el “picó” más gigantesco hasta entonces conocido, “El Concorde”. Se trataba de un equipo sofisticado, completamente transistorizado. Hoy, en una de las avenidas del barrio Simón Bolívar, cercano a las grandes invasiones urbanas hechas por los destechados provenientes del campo, abundan “picós” a los que se les han adaptado equipos de betamax.
Así, en “La gran vía”, “Ipacarái”,, “La isla antillana” y en “Tranquilandia”, al mismo tiempo que se escucha la música se puede ver a la orquesta y al cantante que lo ejecutan en una serie de televisores distribuidos por el salón de baile.
Así que si usted es un fanático de la “salsa” y está dispuesto a arriesgar sus tímpanos, cuando vaya a Barranquilla no deje de conocer esta llamativa y espectacular invención de los “ñeros”.
LOS PRIMEROS PICOS
Los primeros Picós fueron construidos en Colombia en 1950 y en sus inicios eran extensiones de la vitrola familiar a la que empezaron a conectar pequeños altavoces que luego se colgaban en los árboles del patio trasero de las casas para generar más volumen durante las fiestas.
La sabiduría popular dice que los “costeños” siempre quieren tener un sonido más potente que el del vecino, por lo que los picós rápidamente se empiezan a alquilar para fiestas familiares, estaderos y verbenas populares; con el tiempo se vuelven cada más elaborados lo que genera un desarrollo tecnológico en el que algunos técnicos aprendieron cómo adaptar, cada vez más profesionalmente, los parlantes a amplificadores más grandes con el fin de proporcionar más potencia de volumen.
No hay un acuerdo acerca del sitio de origen de los primeros Picós, algunas investigaciones apuntan a que fueron construidos en Cartagena, otros aseguran que nacieron en Barranquilla, y cada investigación está respaldada con nombres, cifras y datos.
Sabemos que por los años 50´s los picós de Cartagena y Barranquilla servían como medio de difusión de música Costeña, Cumbia, Porro, Merecumbe y música Cubana, sobre todo Mambo y Rumba, que estaba de moda en todo el Caribe.
En Cartagena los picós empezaron a popularizarse entre los años de 1945 a 1950 con diseños artesanales y pinturas llamativas en el Pasaje Boca del Toro del barrio de San Diego.
En los 50´s las cajas de sonido no rebasaban un metro de altura, 1 ó 1.20 m. de ancho y sólo tenían dos parlantes con bobinas de 15 ó 18 pulgadas, generalmente de marca Jim Lansing (después conocidos como JBL por las siglas del nombre de este ingeniero electrónico norteamericano).
LOS PICOS ICONOS MUSICALES EN CARTAGENA
Cartagena, la distinguida ciudad amurallada de alrededores sumergidos en pobreza y violencia, es un lugar también destacado de tradiciones culturales y musicales.
Dentro de esas tradiciones una de las más fuertes son los 'pick ups o picós'. Estos son sistemas de sonido ambulantes o escaparates descomunales que cuentan con consolas y grandes amplificadores que activan a los cartageneros de los barrios populares (Y también les saca de quicio).
Desde la década de 1940 existen estas máquinas, pero en 1960 fue que se consolidaron como elementos representativos de la cultura champetuda. Actualmente los picós son íconos de la ciudad por ser los principales promotores de la música champeta.
Eluniversal.com.co recopiló imágenes de los picós más representativos de la champeta en Cartagena. Observa las imágenes y disfruta.
REY DE ROCHA
El Rey de Rocha es el más grande de Cartagena y es considerado como el picó más representativo de la Champeta. Nació en 1985 en el corregimiento de Rocha.
Es una potente máquina de sonidos con 24 bajos de 21 pulgadas, 16 brillos que se arman sobre una estructura metálica, y columnas de parlantes a sus lados. Además de un display que funciona como el cerebro del picó, y el micrófono del Dj para animar.
Noraldo Iriarte, conocido popularmente como Chawala, es director y productor de la Organización Mundial Rey de Rocha (OMR). “El Rey” ha realizado presentaciones en ciudades como Bogotá, e incluso ha viajado a Venezuela.
EL IMPERIO
Además de la música, están siempre llenos de pintura, grafitis y mucha dedicación al elaborarlos, y han sido creados por familias de la Costa y administrados por diferentes miembros de estas, generación tras generación.
Sobre esta tradición se hizo el documental Picó: La máquina musical del Caribe, que llegó a Bogotá acompañado de una muestra de cómo se viven las verbenas y las ‘batallas picoteras’ en la Costa norte colombiana.
Estos desafíos se organizan para saber cuál es el mejor picó y hacerse merecedor del premio que esté en concurso. “Se evalúan tres factores: la música, la potencia y la calidad del sonido”, explica Ítalo Gallo, quien desde 1982 está a cargo de ‘El coreano’, uno de los picós con mayor tradición en Barranquilla.
‘El coreano’ debe su nombre a que su creador, Concepción Hernández, tío político de Gallo, estuvo en la guerra de Corea.
“En Barranquilla no marginamos ningún género musical, pero en nuestros picós suena sobre todo música africana y salsa, mientras que en Cartagena se inclinan más por la champeta, que nosotros ya no ponemos casi, porque desafortunadamente le están buscando un ritmo reguetonero, o urbano, como lo llaman ahora”, asegura Gallo.
Su hijo, también llamado Ítalo Gallo, es uno de los dos DJ que integran el grupo de aproximadamente 15 personas que están a cargo del transporte, sonido e instalación de este picó. Además será quien herede la administración del monstruo musical.
Revista Diners de febrero de 1983. Edición Número 155
Unos tocadiscos que tienen parlantes del tamaño de un escaparate, que retumban con tanta potencia que hasta han derribado casas sobre las cuales se ha desarrollado una pintura ingenua representativa del mundo de la “salsa”.
La leyenda dice que han derribado varias casas, que han cuarteado las paredes de decenas de edificaciones y que han dejado sorda a media humanidad en “Curramba”, esa otra enorme ciudad de carnaval y parranda que bulle entre los habitantes de las colinas arenosas de Barranquilla.
Se trata de aparatos tan grandes como una cómoda colonial. Los barranquilleros los llaman “picós”, que es su elemental transcripción fonética de la palabra inglesa “pick-up”, la cual, hace muchos años, servía para designar los primeros tocadiscos y equipos de sonido que llegaban al país. Y, sencillamente, no son más que eso: una máquina para hacer sonar discos.
Aunque sería mejor decir, para hacer tronar discos. El parlante mayor es la parte más representativa de cada “picó” y alcanza dimensiones descomunales. La potencia de emisión del sonido de este altavoz, a la que se le suma la de los demás parlantes, ha hecho efectiva la leyenda. Es una realidad el que varios “picós” han echado abajo los muros de los salones en donde se les ha puesto a funcionar. Por eso, y muchas veces porque no caben por ninguna puerta, los “picós” se instalan a la entrada de las casas, sobre los andenes. Desde allí retumban los sones afrocaribes, para alegría o desesperación de todo el vecindario.
Además de los parlantes o “columnas de sonido”, los “picós” constan de una mesa con dos tocadiscos y de un inmenso baúl en el que se almacenan los discos. En éstos se incluyen, al gusto de los propietarios y de la clientela, exhaustivas colecciones de música de baile, preferencialmente de la música de baile del Caribe y de la llamada “salsa” que se incubó entre las colonias latinas de Nueva York.
Se calcula que en Barranquilla hay decenas de “picós”. Allí se inventaron y fue allí, además, en donde se generalizó la costumbre de bautizar los con un nombre .Y de pintar los frentes de sus parlantes. Aunque se dice que el “picó” llamado “El perro”, de Cartagena, fue el primero en ser pintado. Algunos sostienen que el más antiguo es el “1.310” . Y que el más grande y más famoso es “El gran Pijuán”. Este último está avaluado en un millón 300 mil pesos, está equipado con 18 parlantes de 18 pulgadas cada uno, además de las columnas grandes de sonido. Posee una colección de 2 mil discos y su alquiler cuesta 1.500 pesos la hora. Su propietario actual, Luis Eljaie, quien está dibujado sobre las telas del parlante principal, dice que la máquina fue diseñada y construida por el técnico Jaime de Castro, un barranquillero que ha ensamblado la mayoría de los “picós”. La pintura de “El gran Pijuán” es obra de Herson Costa. Otro famoso pintor de “picós” es un artista que se cobija bajo el seudónimo de Bellist Mash.
En general, casi todos los “picós” están localizados en un barrio de Barranquilla. El “Sivanicú” está en La Unión, “El gran Pijuán” en el Alboraya, el “1.310” en Las Nieves, “El nuevo Watusi” en La Victoria.
Luis Eljaie, el orgulloso dueño de “El gran Pijuán”, sin camisa, tomando cerveza a pico de botella mientras su flamante aparato retumba sobre el andén de su casa, confiesa que quizás el más viejo “picotero” de Barranquilla es Donaldo García. “Pero él ya es apenas un recuerdo, pues ahora no tiene “picó”, dice, mientras bajo el fulgor solar del trópico relumbran sus cadenas y amuletos de oro. Hace algunos años un par de chinos dejaron boquiabiertos a los barranquilleros cuando construyeron el “picó” más gigantesco hasta entonces conocido, “El Concorde”. Se trataba de un equipo sofisticado, completamente transistorizado. Hoy, en una de las avenidas del barrio Simón Bolívar, cercano a las grandes invasiones urbanas hechas por los destechados provenientes del campo, abundan “picós” a los que se les han adaptado equipos de betamax.
Así, en “La gran vía”, “Ipacarái”,, “La isla antillana” y en “Tranquilandia”, al mismo tiempo que se escucha la música se puede ver a la orquesta y al cantante que lo ejecutan en una serie de televisores distribuidos por el salón de baile.
Así que si usted es un fanático de la “salsa” y está dispuesto a arriesgar sus tímpanos, cuando vaya a Barranquilla no deje de conocer esta llamativa y espectacular invención de los “ñeros”.
LOS PRIMEROS PICOS
Los primeros Picós fueron construidos en Colombia en 1950 y en sus inicios eran extensiones de la vitrola familiar a la que empezaron a conectar pequeños altavoces que luego se colgaban en los árboles del patio trasero de las casas para generar más volumen durante las fiestas.
La sabiduría popular dice que los “costeños” siempre quieren tener un sonido más potente que el del vecino, por lo que los picós rápidamente se empiezan a alquilar para fiestas familiares, estaderos y verbenas populares; con el tiempo se vuelven cada más elaborados lo que genera un desarrollo tecnológico en el que algunos técnicos aprendieron cómo adaptar, cada vez más profesionalmente, los parlantes a amplificadores más grandes con el fin de proporcionar más potencia de volumen.
No hay un acuerdo acerca del sitio de origen de los primeros Picós, algunas investigaciones apuntan a que fueron construidos en Cartagena, otros aseguran que nacieron en Barranquilla, y cada investigación está respaldada con nombres, cifras y datos.
Sabemos que por los años 50´s los picós de Cartagena y Barranquilla servían como medio de difusión de música Costeña, Cumbia, Porro, Merecumbe y música Cubana, sobre todo Mambo y Rumba, que estaba de moda en todo el Caribe.
En Cartagena los picós empezaron a popularizarse entre los años de 1945 a 1950 con diseños artesanales y pinturas llamativas en el Pasaje Boca del Toro del barrio de San Diego.
En los 50´s las cajas de sonido no rebasaban un metro de altura, 1 ó 1.20 m. de ancho y sólo tenían dos parlantes con bobinas de 15 ó 18 pulgadas, generalmente de marca Jim Lansing (después conocidos como JBL por las siglas del nombre de este ingeniero electrónico norteamericano).
LOS PICOS ICONOS MUSICALES EN CARTAGENA
Cartagena, la distinguida ciudad amurallada de alrededores sumergidos en pobreza y violencia, es un lugar también destacado de tradiciones culturales y musicales.
Dentro de esas tradiciones una de las más fuertes son los 'pick ups o picós'. Estos son sistemas de sonido ambulantes o escaparates descomunales que cuentan con consolas y grandes amplificadores que activan a los cartageneros de los barrios populares (Y también les saca de quicio).
Desde la década de 1940 existen estas máquinas, pero en 1960 fue que se consolidaron como elementos representativos de la cultura champetuda. Actualmente los picós son íconos de la ciudad por ser los principales promotores de la música champeta.
Eluniversal.com.co recopiló imágenes de los picós más representativos de la champeta en Cartagena. Observa las imágenes y disfruta.
REY DE ROCHA
El Rey de Rocha es el más grande de Cartagena y es considerado como el picó más representativo de la Champeta. Nació en 1985 en el corregimiento de Rocha.

Noraldo Iriarte, conocido popularmente como Chawala, es director y productor de la Organización Mundial Rey de Rocha (OMR). “El Rey” ha realizado presentaciones en ciudades como Bogotá, e incluso ha viajado a Venezuela.
EL IMPERIO
También llamado Maxiteca Imperio Producciones (MIP), está compuesto por 20 bajos, 12 medios, 4 máquinas de medio lab gruppen.
Nació el 2 de febrero de 2008 y actualmente es uno de los picós más reconocidos en la ciudad. Su dueño es Aroldo Iriarte Arias, más conocido como 'Flaco Iriarte'.
Los seguidores de este picó se hacen llamar 'Imperialistas'.
GEMINI ESTÉREO
Llamado Gemini Estéreo o Gemini del Chamba, es del barrio La Esperanza y su creador es Juan Carlos Sossa. Por medio de este picó se han impulsado a varios artistas como Mr Black, El Afinaito, El Jhonky, Latin Dreams entre otros.
Este picó fue el ganador de un Congo de Oro en Barranquilla.
Nació el 2 de febrero de 2008 y actualmente es uno de los picós más reconocidos en la ciudad. Su dueño es Aroldo Iriarte Arias, más conocido como 'Flaco Iriarte'.
Los seguidores de este picó se hacen llamar 'Imperialistas'.
GEMINI ESTÉREO
Llamado Gemini Estéreo o Gemini del Chamba, es del barrio La Esperanza y su creador es Juan Carlos Sossa. Por medio de este picó se han impulsado a varios artistas como Mr Black, El Afinaito, El Jhonky, Latin Dreams entre otros.
Este picó fue el ganador de un Congo de Oro en Barranquilla.

PASKY EL ARTILLERO
En los años noventa nace en el barrio Olaya Herrera el picó 'El Pasky', formado por 12 bajos y 10 medios con sus estructuras y tarima en aluminio, luces y humo.
'El Pasky' es uno de los tantos picós del barrio y toca en los pueblos de Bolívar, representando al género musical.
El Sayayín, Mr Black, Kevin Florez y Eddy Jey hicieron parte de este picó.
NAMY MUSICAL
En los años noventa nace en el barrio Olaya Herrera el picó 'El Pasky', formado por 12 bajos y 10 medios con sus estructuras y tarima en aluminio, luces y humo.
'El Pasky' es uno de los tantos picós del barrio y toca en los pueblos de Bolívar, representando al género musical.
El Sayayín, Mr Black, Kevin Florez y Eddy Jey hicieron parte de este picó.
NAMY MUSICAL
Es un picó conformado de una caja tradicional de 5 parlantes, 2 bajos y 3 medios, y una regadera que cuenta con 4 parlantes de 8 medios, 6 brillos y 2 chismosas que hacen expandir el audio. Además de un ecualizador de 24 teclas, un crossover y 3 plantas.
'Namy Musical, la humildad ante todo', coloca desde jíbaros, salsa, champeta criolla y música africana. Llevan 10 años y su director es Nilson Argel, conocido como "Namy".
¿CUAL ES EL MAS PODEROSO ?
La fuerza de un picó se mide por varios factores: por su música exclusiva, por la potencia y calidad de su sonido, por sus DJ’s, por sus aportes tecnológicos, por su producción de champeta criolla y por la calidad de sus glosas.
Durante los los 60 y 70, reinaba el “yo lo tengo y tú no”, es decir, que el mejor picó era el que tenía más música exclusiva. En estos tiempos algunos picós contaban con música muy rara, por ejemplo, que traían de África. Esto significa que ciertos picoteros contaban con discos y temas que no tenía nadie más en Colombia o incluso en América, de tal manera que si se convertían en los favoritos del bailador, a éste le tocaba seguir al picó que los tenía para poder disfrutarlos.
En los 80, además de la música, los conceptos de potencia y calidad de sonido comenzaron a cobrar valor. El DJ, a su vez, era el protagonista del picó, de él dependía que el baile se llenara y que su equipo ganara más seguidores. En la década de los 90, en cambio, los proyectores de video, las luces, el humo y los animadores en vivo sumaban nuevos valores agregados. El Skorpion Disco Show, por ejemplo, es el disco-picó con el mayor número de seguidores en Barranquilla y Soledad: su potencia está alrededor de los 50.000 vatios.
A todo lo mencionado, hoy por hoy, además de tener todo lo anterior, suelen destacarse los picós que producen su propia música. Por ejemplo, El Rey de Rocha, de Cartagena, produce casi todos los éxitos de champeta criolla que suenan en las emisoras. Es el de mayor fanaticada de la ciudad. Bota alrededor de 50.000 vatios de sonido.
Adicionalmente a esto, los picós encontraron en el dueño y locutor de la emisora Olímpica, Don Miguel “Mike” Char (sí, el mismo que grita “¡Se metióóoooooooooooo!), el tono de voz agudo e incisivo que a la postre se constituyó en la voz oficial de los picós en cualquier lugar del planeta. La mecánica es sencilla: cada picó crea los textos de sus glosas (vulgarmente llamadas “placas”) para que “Mike” las grabe. De esto, en gran parte, depende el éxito en un duelo picotero. Mientras más jocosas y humillantes sean estas, mejor, pues harán quedar peor a su contendor.
HAZLO TU MISMO
Cuando inició la fiebre picotera, los picós eran fabricados por técnicos aficionados basados en los esquemas de viejas vitrolas. Hoy en día los picós no se construyen como antes: se diseñan y se ensamblan con tecnología importada y por equipos profesionales. Lo único que sí se sigue haciendo son las cabinas o bafles. Aunque algunos siguen utilizando dibujos, hoy son más comunes los picós que se identifican con un color determinado, por ejemplo: El Skorpion, que es verde, El Solista, azul, y El Fidel, que es blanco. Curiosamente no hay casi picós identificados con los colores rojo, violeta o amarillo.
LOS DUELOS PICOTEROS
Los duelos entre picós son comunes y suelen alcanzar dimensiones míticas, solo comparables con el enfrentamiento entre dos titanes en la antigua Roma, y mejor aún si el enfrentamiento es entre uno de Barranquilla y otro de Cartagena. Anteriormente, cuando los picós eran escaparates, los duelos eran musicales. Ganaba el picó que tuviera temas exclusivos que no tuviera el otro. También competían en términos de sonido: se encendían los dos al tiempo y ganaba el que sonara más duro o el que más rindiera, o sea, el que durara más tiempo tronando. Durante los duelos más bárbaros, los dueños de cada picó ponían sus máquinas frente a frente y luego subían el volumen al máximo. Perdía el picó que resultara en el suelo humillado.
'Namy Musical, la humildad ante todo', coloca desde jíbaros, salsa, champeta criolla y música africana. Llevan 10 años y su director es Nilson Argel, conocido como "Namy".
¿CUAL ES EL MAS PODEROSO ?
La fuerza de un picó se mide por varios factores: por su música exclusiva, por la potencia y calidad de su sonido, por sus DJ’s, por sus aportes tecnológicos, por su producción de champeta criolla y por la calidad de sus glosas.
Durante los los 60 y 70, reinaba el “yo lo tengo y tú no”, es decir, que el mejor picó era el que tenía más música exclusiva. En estos tiempos algunos picós contaban con música muy rara, por ejemplo, que traían de África. Esto significa que ciertos picoteros contaban con discos y temas que no tenía nadie más en Colombia o incluso en América, de tal manera que si se convertían en los favoritos del bailador, a éste le tocaba seguir al picó que los tenía para poder disfrutarlos.
En los 80, además de la música, los conceptos de potencia y calidad de sonido comenzaron a cobrar valor. El DJ, a su vez, era el protagonista del picó, de él dependía que el baile se llenara y que su equipo ganara más seguidores. En la década de los 90, en cambio, los proyectores de video, las luces, el humo y los animadores en vivo sumaban nuevos valores agregados. El Skorpion Disco Show, por ejemplo, es el disco-picó con el mayor número de seguidores en Barranquilla y Soledad: su potencia está alrededor de los 50.000 vatios.
A todo lo mencionado, hoy por hoy, además de tener todo lo anterior, suelen destacarse los picós que producen su propia música. Por ejemplo, El Rey de Rocha, de Cartagena, produce casi todos los éxitos de champeta criolla que suenan en las emisoras. Es el de mayor fanaticada de la ciudad. Bota alrededor de 50.000 vatios de sonido.
Adicionalmente a esto, los picós encontraron en el dueño y locutor de la emisora Olímpica, Don Miguel “Mike” Char (sí, el mismo que grita “¡Se metióóoooooooooooo!), el tono de voz agudo e incisivo que a la postre se constituyó en la voz oficial de los picós en cualquier lugar del planeta. La mecánica es sencilla: cada picó crea los textos de sus glosas (vulgarmente llamadas “placas”) para que “Mike” las grabe. De esto, en gran parte, depende el éxito en un duelo picotero. Mientras más jocosas y humillantes sean estas, mejor, pues harán quedar peor a su contendor.
HAZLO TU MISMO
Cuando inició la fiebre picotera, los picós eran fabricados por técnicos aficionados basados en los esquemas de viejas vitrolas. Hoy en día los picós no se construyen como antes: se diseñan y se ensamblan con tecnología importada y por equipos profesionales. Lo único que sí se sigue haciendo son las cabinas o bafles. Aunque algunos siguen utilizando dibujos, hoy son más comunes los picós que se identifican con un color determinado, por ejemplo: El Skorpion, que es verde, El Solista, azul, y El Fidel, que es blanco. Curiosamente no hay casi picós identificados con los colores rojo, violeta o amarillo.
LOS DUELOS PICOTEROS
Los duelos entre picós son comunes y suelen alcanzar dimensiones míticas, solo comparables con el enfrentamiento entre dos titanes en la antigua Roma, y mejor aún si el enfrentamiento es entre uno de Barranquilla y otro de Cartagena. Anteriormente, cuando los picós eran escaparates, los duelos eran musicales. Ganaba el picó que tuviera temas exclusivos que no tuviera el otro. También competían en términos de sonido: se encendían los dos al tiempo y ganaba el que sonara más duro o el que más rindiera, o sea, el que durara más tiempo tronando. Durante los duelos más bárbaros, los dueños de cada picó ponían sus máquinas frente a frente y luego subían el volumen al máximo. Perdía el picó que resultara en el suelo humillado.